EL CONFLICTO Y LOS PROCEDIMIENTOS REALIZADOS EN EL DISCURSO EXPERIMENTAL DE ARGUEDAS Y LA UNIFICACION DE DOS LEGADOS

25.07.2014 20:24

POR: BRENDA ALVARADO RODRIGUEZ

 José María Arguedas tuvo una niñez muy traumática. Él fue criado por una indígena quechuablante, por eso su principal lengua fue el quechua. Más adelante aprendió hablar y a escribir en español.

Arguedas explora el terreno del lenguaje mediante la escritura  y la expresión oral; escribe en sus artículos etnográficos el modo de tratar la lengua que posteriormente caracterizó a su novela cumbre “Los ríos profundos”. En esta novela Arguedas se propone convertir en lenguaje escrito lo que era como individuo: un vínculo vivo, fuerte, capaz de universalizarse. Más adelante hace empleo de los recursos simbólicos como las canciones, citando como ejemplo (El discurso experimental, pg. 56) a Ernesto  quien decide dejar la escritura y se sumerge en la oralidad, abriendo una nueva poética.

Arguedas en su discurso experimental deseaba integrar  los dos legados culturales (quechua y castellano) en un conjunto armónico y así ofrecer un posible modo de comunicación entre el pueblo indígena y la cultura occidental, ya que él era consciente de las diferencias que existían entre ellos. Quería distinguir los aspectos positivos que tenían las dos culturas con el fin de acercar el uno al otro.

Gonzalo Porto Carrero citado por Anna Houskova (armonía y conflicto en la obra de José María Arguedas, pg. 13), vio la razón de ser de la creación literaria de Arguedas en la necesidad de armonizar el conflicto: “En Arguedas hay una tensión entre las concepciones de mundo y la vida muy distintas entre sí, orientaciones culturales que muy difícilmente pueden ser sintetizadas. El arte será la manera de tratar de armonizar este conflicto tan desgarrador”.

Antonio Cornejo Polar citado por Janna Hermuthovà (Discurso Experimental Arguendiano, pg. 57), acentuó el polo conflictivo de la obra de Arguedas como un modelo utópico dentro del que debería realizarse la unión armónica de los dos legados; propone la interpretación pluralista que admite la variedad de idiomas, vidas y visiones del mundo.

Arguedas trató de abordar toda la complejidad del mundo circundante, donde las razas, culturas y naciones se mezclan en un conjunto difícil de decodificar. El resultado expresa una amarga resignación ante el sentimiento que es imposible realizar el modelo utópico tanto así que prefiere suicidarse.

Arguedas hizo usos de algunos procedimientos para escribir sus novelas sirviéndose mucho de la flexibilidad del castellano que hace posible ajustar el orden de las palabras y situar el verbo más hacia el final de la frase. También aparecen repeticiones y paralelismos que son típicos del quechua; el uso cíclico o acumulación de adjetivos por medio de los que Arguedas quiere matizar el significado hasta la perfección.

Lo mismo ocurre con las repeticiones de las palabras enteras, como por ejemplo (Discurso Experimental, pg. 53), dijo antero “¡sube al cielo! ¡Sube al cielo! ¡Con el sol se va mezclar!...¡canta pisonay! ¡Canta pisonay!”. (José María Arguedas, Los ríos Profundos).

Asimismo alteraba el orden lógico de la frase por la sintaxis y el reiterado empleo del gerundio que frena el ritmo temporal como: “niñito, ya te estas yendo. Ya te vas, ya te estas yendo”; creando una sensación de lentitud.

Arguedas utiliza varios recursos que van desde la introducción de palabras o frases en quechua y a continuación en castellano, como por ejemplo: (Antología Elemental, 2011)

 

                                                                       Taytacuna, Mamakuna

                                                                        Los picaflores reverberan en el aire

                                                                        Los toros están peleando en la pampa

                                                                        Las palomas dicen: ¡tinyay tinyay!

                                                                        Porque hay alegría en sus pechitos

                                                                        Taytacuna, Mamakuna.

 

                                                                                             (Agua, pg. 61)

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